viernes, 8 de agosto de 2008

un día sin

Después de abrir una cadena-presentación-ultra-sentimental en la que mostraban las maldades provocadas por las monstruosas bolsas de plástico desechables -PERO NO BIODEGRADABLES-, y siguiendo con la onda pro-ambiental que ha caracterizado recientemente al blog, empecé a buscar cómo anda el ánimo de los cibernautas respecto a este tema.
De entre las millones de peticiones a las organizaciones y gobiernos del mundo para prohibir la producción de esta basura necesaria (cuyo proceso de reciclaje se dice que es más costoso que el de fabricación), encontré una propuesta interesante, que si bien no tiene un gran alcance por tratarse de una acción individual, resulta una inspiración y un reto que puede divertirnos y concientizarnos en caso de intentarlo.

Hace unos cuantos días, Chris Jeavans escribió en BBC News que intentaría vivir un mes sin consumir ningún producto de plástico. Más allá de mostrarnos la típica foto de una tortuga ingiriendo un pedacito de polietileno (que ya de tan vista deja de ser conmovedora), este mensaje acerca la problemática a nuestra realidad personal.

Tal vez ya han hecho el ejercicio de ponerse a pensar cuánto plástico nos rodea a lo largo de un día: esponja para bañarse, cepillo de dientes, frasquitos de crema, ropa elástica, zapatos, autopartes, envases de alimentos, botellas de agua, blablablabla... pero la cosa aquí no es hacer una reflexión al aire y agobiarnos 5 minutos por nuestra vida atascada de polímeros del mal, sino pensar en cómo dejar de lado y reemplazar tantos objetos plásticos que se han vuelto indispensables en nuestra cotidianidad, sin alterar la comodidad que éstos brindan, porque la mayoría de la gente no es green de corazón, sino hedonista y/o ultrapráctica. Así que el cambio tiene como clave el momento de la decisión de compra, cuando dejamos de pedir bolsas de plástico extra, cuando reutilizamos envases y cuando empezamos a preferir lo biodegradable; o el otro camino, como productores, es cerrar filas y ofrecer la alternativa orgánica en un mercado artificial. Sólo ante esta presión, el "poder de la gente" obliga a los gobiernos (usualmente los últimos en tomar nota al respecto)a decretar leyes ecológicas.

¿Y ustedes se atreverían a pasar siquiera un día sin plástico?

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